La soledad es buena o es mala, o también regular.
Es deseada o indeseada, o impuesta a cojones.
Es añorada u olvidada, o depende de tu estado de ånimo.
También puede ser para bien, para mal, o ser indiferente, cosa poco probable.
Y tambiĂ©n estĂĄ la soledad impuesta, la que tĂș te impones, la que aceptas incondicionalmente; porque para no estar solo, o sola, hay que tragar.
No hay porqué comulgar con nadie, pero sà hay que tragar, morderse la lengua, pasar por alto muchas cosas, y lo primero y mås esencial, comprender al que tienes, o a la que tienes delante.
Y claro, para tragar, para morderse la lengua, para pasar por alto muchas cosas, normalmente te tienes que poner una careta para que el de enfrente no descubra en tus rasgos: tu disgusto, tu enfado, tu "no entender nada", o simplemente la incomprensiĂłn.
Porque la soledad, ¡Ay la soledad!
La soledad es el precio que hay que pagar por no sujetarte una careta ante tus amigos, o mismamente no sujetarle a ellos la suya.
Esto solo tiene una bĂĄlsamo, el amor, y a veces...
Foto de mi amiga Juani Mora. |
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