Esta palabra proviene, en su etimología, del hebreo "אָמֵן" (omán) con un significado de: ¡Ciertamente, yo creo!. Sobre el siglo XIII deriva al latín ya como "amen" (así sea, ciertamente).
Esta palabra de origen semita, realmente no tiene traducción en las lenguas occidentales, porque su significado, más que traducirse, debe explicarse como: Estar apoyado en una roca firme con la certeza absoluta de que no se moverá.
La tradición judeo-cristiana ha mantenido inalterable esta palabra sin traducirla, dado que cualquier traducción empobrece el sentido original de la palabra, ésta se utiliza sólo en relación a lo sagrado, en sentido estricto, solo se debe decir amén en referencia a Dios.
Sin embargo la RAE dice:
-Así sea, usada al final de una oración.
-Para manifestar aquiescencia, o vivo deseo de que tenga lo que se dice.
-Asentir a todo.
-"Llegar a los amenes" Llegar en el último momento.
Hemos utilizado tan inadecuadamente la palabra "AMÉN", entendiendo que significaba lo que todos creíamos, y lo que la RAE indica, que la hemos convertido en una palabra vacía de su contenido, aunque no sea así.
Hasta se hizo un chistecillo tomando a broma una cosa que no la tenía, trasmutando el: líbranos del... mal amén, por el: Yo no temo ni al "malamen".
En fin, otra cosa…
Foto de mi amiga Juani Mora. |
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