Cuando voy andando por la calle, me acuerdo muy a menudo del título de la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez: Las bicicletas son para el verano.
Bueno, deberían ser, y así tendríamos seis meses de tranquilidad los peatones, y más los que como yo, ven bastante poco.
Deberían ser para el verano, pero no, no va a caer esa breva, son para todo el año, y no digo que no sea bueno que se vaya en bicicleta durante todo el año, es bueno, saludable y muy ecológico; pero el verdadero problema es: Cuándo, cómo y por dónde se monta en bicicleta.
Una bicicleta, al ser un vehículo, porque no creo que podamos calificarla de ser vivo, aunque nos imaginemos a un "centauro rodador"; como digo, la bicicleta es un vehículo, y como tal debe circular por donde le indica el código de circulación: Calles, carril determinado para ello, caminos, campo a través y carreteras nacionales, nunca autopistas.
Entonces ¿Qué coño hacen a toda velocidad por una acera?
¿Por qué cruzan los pasos de peatones montados en ella esquivando a los peatones, en vez de andando y llevando la bicicleta a pie?
¿Cómo es que pueden circular en contrasentido, o en contra mano como también se dice?
En fin, esto es, como siempre, clamar en el desierto, porque lo que hay es una falta extrema de ciudadanía. (Como siempre no se pondrá freno hasta que no pase algo grave)
Esto no quita, que los que no guardan las distancias, o circulan hasta las cejas de todo, dejando a ciclistas en la carretera muertos o heridos, no paguen por el daño realizado. Cada cosa es cada cosa.
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