No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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21 septiembre 2018

CIUDADANOS CELESTES.

En poco tiempo he tenido que pasar por el tanatorio varias veces,  teniendo una sensación muy extraña, quizás ahora sea así, porque veo las cosas de muy diferente forma a como las veía antes, literal y simbólicamente.
Una habitación abierta al público con un cristal que amuralla(como diría mi amigo Rafael Espina) a la vida de la muerte; detrás del cristal no hay nada, aunque un colorido extremo te deslumbre los ojos, todo es efímero, tan efímero como pueda ser una vida.
Flores y verde con lazos y letras doradas, con frases de olvidos y recuerdos que al final desaparecen, vela simulada con luz eléctrica haciendo de Luz de Dios, que cuando todo termine se apaga;  crucifijo de plástico y caja de madera que más tarde (cementerio) o más temprano (crematorio) se esfumarán también; y por último una figura de barro (por lo de polvo eres...) con los ojos cerrados, durmiendo ya en eternidad, que por supuesto, también desaparecerá.
En la otra parte del cristal, es donde está la vida, delante del cristal es donde vive de verdad él, o la que duerme tras la luna.
En el amor de la familia, en el cariñoso recuerdo de sus amigos, en el respeto de los que la, o lo apreciaban.
Ahí es donde realmente reside la vida eterna, detrás del cristal, y mirando con los ojos de la realidad, todo lo que hay desaparecerá.
Todos somos ciudadanos censados en un mismo universo, (lo decía el otro día Juan Jimena) aquí solo estamos con un permiso de residencia, con un permiso de trabajo, todos somos inmigrantes en este mundo, y cuando este permiso caduque, más pronto o más tarde, no tendremos más remedio que volver al país donde estamos censados, de donde vinimos. Todos somos ciudadanos celestes.

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