Para muchos, la dicha de la vida consiste en tener los euros suficientes para vivir de lujo sin tener que trabajar; eso es para una mayoría de los que tienen poco dinero.
Para otros, la dicha de la vida es tener una salud de hierro que le permita comer de todo y beber de todo lo que le venga en gana; eso sí, esto es para la mayoría de los que están bastante enfermos.
Otras personas tienen como la dicha de su vida, ser guapos o guapas, atractivos o atractivas, pelazo de cine, delgaditos y con un cuerpo magnífico; eso es para los que tienen poco pelo, están más bien rellenitas o rellenitos o son un poco “feotes”.
Todos deseamos, como dicha de nuestra vida, lo que creemos que nos falta, o lo que consideramos que necesitamos, o de lo que realmente escaseamos, y eso es así, y además no valoramos normalmente nuestras virtudes o lo que la vida nos regala.
Pero lo que realmente define la dicha de la vida para mí es esta frase de Thomas Chalmers (1780-1847), ministro escocés, profesor de teología, economista político y líder la iglesia escocesa:
"La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar."
El o la que no tiene nunca nada que hacer, ni quiere tenerlo; el o la que no tiene nunca a nadie a quien amar, ni quiere que lo haya; y el o la que no espera nada de esta vida ni de nadie...
¡Ni tiene dicha, ni tiene chica, ni tiene chicha, ni tiene vida, ni tiene "na" (apócope vulgar de nada)!
¿Algo habrá que hacer no, digo yo?
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