Cuando una persona madura toma decisiones en su vida, seguramente nunca sabrá las consecuencias que traerá para sí y los demás, esas resoluciones.
Cuando esas consecuencias aparecen en la vida de los que tú has amado más de veinte o treinta años después de tus actos, es cuando realmente te das cuenta de que las obras de esa persona valieron la pena, aunque a muchos, toda vez a la mayoría, le pareciera que esa persona era ...
El domingo paso una cosa, que se solucionó el lunes y el martes me hizo llorar.
Una amiga, muy apurada, pedía ayuda porque tenía una importante avería en su casa, como pude, telefónicamente le dí consejos de cómo atajar el problema, pero la solución, lejos de llegar, se quedó parada hasta la llegada de un profesional.
Ella, tenía asumido que el arreglo le iba a costar un verdadero pico, porque ya le habían advertido de ello, pero no tenía más remedio que hacerlo.
Llegó el experto y solucionó el problema, y cuando llegó la hora de hacer la factura, esta persona comprobó que esta mujer era hija de mi amigo Manolo.
- No te voy a cobrar nada, después de la cantidad de favores que me hizo tu padre y las ocasiones en las que me ayudó a salir adelante dándome trabajo, lo menos que puedo hacer por él es esto.
Esta semilla que sembró mi amigo Manolo hace, como dije antes, más de veinte años, floreció y dio sus frutos con creces el lunes pasado.
Cuando su hija me lo estaba narrando, se me saltaron las lágrimas, y solo le pude decir:
Mateo 13:1, Marcos 4:1, Lucas 8:4; no fue la semilla que cayó en el camino, ni la que cayó en los pedregales, ni la que tenía poca raíz, ni la que cayó en los espinos, sino la que se depositó en una buena tierra y dio un inmenso fruto, aunque "veintitantos" años después tu semilla, amigo Manolo, germinó en el corazón de esa persona. Un abrazo allá donde estés.
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