Recuerdo, cuando pequeño, que mi madre me mandaba a una tienda que había muy cerca de casa, en la misma acera, al lado de un zapatero remendón, que tenía su taller donde después se ubicó mi amigo Eustaquio Florea q.e.p.d. con su despacho de abogacía.
Todo estaba en sacos, en botes grandes o cajas y se despachaba en papel de estraza perfectamente liado por el dependiente, ninguno de los alimentos se salía; ni los garbanzos, ni las lentejas, ni el azafrán, ni la harina, ni el azúcar, ¡Coño, nada!.
Después todo a la cesta, y para casa; ese papel se usaba para otras cosas en la vivienda: en la cocina, para quitar manchas de cera, de aislante, como mantelito improvisado, etc.
Hasta los huevos los liaban en el papel...
Pero con la invasión del plástico todo cambió; todo se sumió en el derivado del petróleo, y su precio creció y creció...
Una docena huevos valía en el año 2000: 95 pesetas (0,57€), hoy vale 430 pesetas (2,60€); pero hay una forma de que cuesten más baratos los huevos, unas...357 pesetas (2,15€)...
Comprando un envase con diez huevos, otra forma de timo concertado.
Nos han llegado hasta colar: "decenas por docenas".
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