No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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29 julio 2019

LA ABUNDANCIA.

El ser humano que no tiene, o tiene poco, siempre sueña con la abundancia.
Desde soñar con una opípara comida los que normalmente no tienen ni para una comida diaria, a ilusionarse con una fortuna para dejar definitivamente de trabajar y vivir a la bartola.
Somos avaros por naturaleza y no nos gusta compartir lo que nos creemos que es nuestro y que en realidad es prestado, ya que para el Ășltimo viaje no nos llevaremos nada.
Hemos tenido en nuestro país épocas muy importantes de abundancia, pero incluso después de escuchar mil veces el cuento de la hormiga y la cigarra, el estado, las autonomías, los municipios y en nuestras mismas casas hemos despilfarrado el capital que nos llegaba en abundancia, y cuando llegó el invierno, la mayoría no teníamos para echarlo fuera.
Todos, bueno todos no, nos hemos apretado el cinturĂłn, estamos intentando guardar para cuando no haya, no como hicimos antes, y prevemos que en un momento futuro, o no tan futuro, tendemos que echar mano de esos posibles ahorros.
Ahora bien, el mecanismo que creó la abundancia, es realmente cierto que nos indujo al consumo desaforado, la abundancia nos abocó a pedir para gastar incluso mås de lo que teníamos; se pedían hipotecas para comprar todo-terrenos, o préstamos para ir al Rocío, y lo peor es que la mayoría entramos en ese círculo vicioso de relacionar la abundancia con el gasto extremo; organismos oficiales que incluyeron ingresos extraordinarios para contratar a gente ocasionando un gasto corriente, que cuando acabaron los ingresos extraordinarios no tenían como pagar; algunos ayuntamientos tienen una deuda de 12.000 euros por habitante; si sumamos la deuda propia, la cuota que nos corresponda de la municipal, la autonómica, la nacional, la europea o la mundial, seguramente no terminaremos de pagarla en la vida; ni nosotros, ni nuestros hijos, ni nietos, ni...
"El que crea la abundancia, al final, nos deja en la pobreza."
Y eso es asĂ­, como que el mundo es mundo.

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