Nos estamos, o nos estĂĄn acostumbrando a aguantar las subidas de tonos de voz, los gritos, las faltas de educaciĂłn, y al fin y a la postre, ¿para quĂ©?
El otro dĂa en el autobĂșs, una señora le decĂa a una "chica" que llevaba un "carrito" con un bebĂ© y que estaba hablando por el mĂłvil, parecĂa que con su "chico"...
- DeberĂas atar bien el carro a la barra que hay para ello, porque el bus tiene muchos vaivenes, y el pequeño podrĂa tener un golpe.
Le contestĂł la "muchachita" con una serie de improperios, a voces limpias, y continuando hablando por telĂ©fono, quizĂĄ para que el chico, que estaba al otro lado, comprobara que la tĂa tenĂa cojones; ¡Le formĂł una a la señora!...
Que Ă©sta, avergonzada, se bajo en la siguiente parada, le correspondiera o no y con las lĂĄgrimas a flor de piel.
Cuando bajé, y emprendà camino para mi rehabilitación se me pasó por la mente el flamenco de mis admirados Lole y Manuel:
- De lo que pasa en el mundo, por Dios que no entiendo "nĂĄ", el cardo siempre gritando y la flor siempre "callĂĄ"; que hable la flor y que se calle el cardo, y "to" aquel que sea mi enemigo que sea mi hermano.
PodrĂamos aplicar esta letra a todos los aspectos de nuestra vida, en especial la podrĂan acoplar a su comportamiento los señores que dirigen nuestros destinos.
Y si no...
Iban un padre y un hijo por un camino y vieron pasar una carreta tirada por dos bueyes, el padre le dijo a su vĂĄstago:
-Mira hijo, ahĂ va una carreta vacĂa, lo habrĂĄ vendido todo en el mercado.
-¿CĂłmo sabes que estĂĄ vacĂa padre?
-Porque si estuviera llena no harĂa tanto ruido.
La Moraleja...
Vosotros la determinen bien por favor.
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