Nos llevamos toda la vida buscando, y buscando y no paramos de buscar; desde que nacemos y buscamos encarecidamente el aire para respirar, terminamos nuestra vida igualmente buscando encarecidamente aire para respirar.
Entre una bĂșsqueda y otra, buscamos muchas cosas.
La teta, la cuna, el biberĂłn, la papilla, agua, la comida; buscamos aprender, enterarnos de cosas, buscamos saber; nos especializamos en la bĂșsqueda, y seguimos buscando; despuĂ©s buscamos trabajo, buscamos un lugar donde vivir, buscamos una pareja, buscamos tener hijos; y buscamos, y buscamos, buscamos una jubilaciĂłn digna, y por Ășltimo buscamos tener una muerte en paz.
Buscamos tantas cosas que nos olvidamos que vivimos en un mundo acompañados, que lo que nosotros estamos buscando, lo estån buscando también un sin fin de personas, y muchas nos acompañan en nuestro camino, van montados en nuestro tren.
Y, si nosotros buscamos las mismas cosas que buscan una cantidad ingente de seres humanos, ¿Por quĂ© no buscamos un poco lo que podamos dar?
Si buscamos lo que podemos dar, y lo damos, seguramente le servirĂĄ a quien lo reciba; lo mismo que nosotros nos beneficiaremos de lo que busquen los demĂĄs y que nos den.
Y recordando que: el que busca solo, tiene mås dificultad para encontrar: salud, dinero, amor, trabajo, amistades, soluciones, comida, casa, coche, vivir mejor, cariño, habilidad, etc.
Si buscamos todas estas cosas y muchas mĂĄs, para poderlas dar a los demĂĄs, este mundo serĂa de otra forma; hasta la misma muerte quizĂĄ fuera mĂĄs benĂ©vola con nosotros si damos parte a los demĂĄs (o sea, morir acompañados).
En fin, espero que eso sea tarde, tarde, muy tarde.
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