No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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19 julio 2019

IMPUDICIA.


La palabra impudicia llega por la simplificación silábica del latín “impudicitia” lo contrario de “pudicitia” (honra, vergüenza, honor, decencia). Es un derivado con sufijo de cualidad “-itias” a partir del adjetivo “impudicus” (desvergonzado, sin pudor, indecente) creado con el prefijo negativo “in” sobre el adjetivo “pudicus” (casto, tímido, virtuoso y decente.
Recordando la película “La invasión de los ladrones de cuerpos” dirigida por Don Siegel en 1956, en la que por una invasión extraterrestre unas esporas provenientes del espacio exterior dan origen a “vainas”, de las que surgen copias idénticas de seres humanos.
Pues bien, la invasión de la impudicia en nuestra sociedad, proveniente del mismísimo corazón de la humanidad, está dando origen a una cantidad ingente de “vainas” impregnados de esa impudicia que proliferan en todos los estratos de nuestra sociedad.
Si los que debieran ser los ídolos de los niños y niñas de hoy en día (padres, madres, maestros, maestras, educadores, educadoras, hombres y mujeres públicas, políticos, músicos, escritores, deportistas de élite) lucharan encarecidamente contra la impudicia, los niños y niñas tendrían alguna posibilidad de derrotar esta invasión que ya casi nos ahoga.
Esos y esas vainas pintados  y pintadas de impudicia cada vez proliferan más alrededor de las casas, en los barrios, en los colegios, en reuniones, y en los lugares de trabajo; hasta el punto en el que los hijos e hijas de padres y madres que ha inculcado a sus vástagos la repulsa a esas vainas, posiblemente no tendrán más remedio que afirmar en algún momento:
-      ¡Vaya vainas que son mis padres!
Y entonces, estará todo perdido.

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