En Fuengirola (Málaga). Una pareja de
ladrones se aproxima a una mujer forcejean con ella y le arrebatan el bolso. Un
hombre de 22 años, para más señas Borja, observa la escena desde la distancia y
corre raudo a interceptar al delincuente. Lo alcanza, le exige la devolución
del bolso y le asesta dos puñetazos tras esquivar otro par de su contrincante.
Dos jornadas después, el ladrón muere en
el hospital a causa de las hemorragias internas sufridas en la pelea. A los
pocos días, Borja es detenido por la policía.
Ahora, cuatro años después de los
hechos, entrará en prisión por dos años.
Normalmente esta situación no es común
en la sociedad de hoy, como tampoco lo fue la actitud de Ignacio Echevaría en
el atentado yihadista de Londres que le costó la vida.
Hoy en día, la mayoría de nosotros, en
ambas situaciones, huiríamos, nos quedaríamos
mirando, o lo más, llamaríamos al 112 para denunciar el caso solicitando ayuda.
Hoy en día, en muchas situaciones que
nos acucian a diario, la mayoría miramos lo que pasa, escuchamos o vemos en las
noticias lo que ocurre, leemos en el periódico lo que sucede, y seguimos mirando.
Unos mirando, y lo que es más grave,
otra gran mayoría, callando.
Por lo menos voy a intentar no callar,
poco a poco, letra a letra, procuraré dentro de mis posibilidades elevar a
público mis pensamientos.
“Y unos mirando y otros callando”
Y así nos va a todos, y encima el que
echa “la pata palante”, o lo asesinan o a la cárcel a pagar por su decisión y
mala suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario