No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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31 enero 2022

AVALES.

DespuĂ©s de trabajar casi cuarenta años en la banca, la palabra aval es muy comĂșn en mi vocabulario.
Se avalaban las letras, se avalaban los préstamos, se avalaban los créditos, y ello conllevaba al que avalaba, que si el deudor no afrontaba al pago de lo pedido, el avalista tenía que hacer frente en efectivo o con sus bienes al pago reclamado.
Una tarde en unas noticias de mediodía una señora mayor lloraba amargamente porque la echaban de casa, decía que había avalado a su nieto en la compra de una furgoneta, y que el banco, ese maldito e inhumano banco, le había quitado la casa y la echaban a la calle.
Los jugadores del Rayo Vallecano aportaron dinero para que la señora no fuera ni expropiada, ni mucho menos desahuciada.
Pero después me vine a enterar que: primero, no era un banco quien ejecutaba, era un prestamista, supongo que al nieto no le concedían el préstamo en el banco por falta de capacidad de reembolso (pocos ingresos) y tuvo que derivar la petición al usurero de turno; segundo, no era un préstamo en sí en el que la anciana hubiera puesto su aval, era una escritura de compraventa en toda regla, no pasada por el registro, y que cuando resultó impagado el préstamo se hizo efectiva, aquí también hubo la connivencia de una notaría.
Esto es un ejemplo de que los avales no son solo econĂłmicos, el aval de confianza y amor de la abuela sobre su nieto, estuvo a punto de costarle su casa y un sitio donde vivir; los avales sentimentales, a veces, pueden ser bastantes mĂĄs peligrosos que los econĂłmicos.
Y podéis hacer memoria de las veces que habéis dado esos avales a la familia o a los amigos y veréis cómo son mucho mås peligrosos.






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