¡El poder, ay el poder!
¡Cuánto poder da tener poder!
¡Qué nos gusta tener poder!
¡Cuánto disfruta la gente teniendo poder!
Hay mucha gente, como yo, que no quiere el poder, que no quiere mandar, porque no le gusta, y porque creo que para mandar hay que saber, como para todo.
Pero también opino que mandar no es tener poder; tener poder es tener la capacidad de decidir sobre el futuro de alguien o de algo, incluso sobre su vida, y eso es quizás todavía más difícil que mandar.
Hay una lista interminable de poderosos: tiranos, déspotas, dictadores, autócratas, opresores, caciques o sátrapas de todos los colores, que lo que han hecho de su existencia es dar mucho por culo a todas las personas que han tenido a su alrededor, y que por supuesto no han sido de su comba.
Pero deberían tener en cuenta que hay una cosa que es mucho más importante que tener poder, una cosa que casi todos los que ostentan el poder adolecen de ella.
Es lo más esencial para los que tienen la responsabilidad de tener poder, y si no lo tienes, no eres un buen mandatario.
Elegir qué hacer con el poder es mucho más importante que tenerlo.
Foto de mi amiga Rocío Gobea |
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