Parece ser que la idea de fraccionar el día en 24 horas y cada hora en 60 minutos fue tomada por los antiguos egipcios, que se servían del sistema sexagesimal desarrollado por los babilonios.
Para los babilonios, que ya dividían la circunferencia en 360 grados, por su analogía con la trayectoria anual del Sol, el número 60 representaba la sexta parte del ciclo solar.
Esta partición debió resultar muy sencilla para que los matemáticos subdividiesen cómodamente no solo la circunferencia, sino cada grado u hora.
También pudieron ser los eruditos de Babilonia los primeros que cayeron en obtener el número 60 multiplicando cinco, es decir el número de planetas conocidos (Mercurio, Saturno, Venus, Júpiter y Marte), por 12, el número de meses. Pero no fue hasta mucho más tarde, concretamente en el siglo XIII, cuando surgió el minuto como subdivisión de la hora, aunque no empezó a aplicarse hasta tres siglos más tarde, momento en el que aparecen los primeros relojes capaces de medirlos.
Apliquemos el refrán...
"El tiempo es oro y el que lo pierde un bobo" (Refranero popular).
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Foto de mi amiga Toñi Domínguez. |
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