Creímos que tu amistad era leal,
intentamos acogerte entre nosotros para que no te sintieras extraño. Pensábamos
que venías con buenas intenciones, que llegabas para ayudarnos en el día a día,
que ibas a hacer que nuestra existencia fuera mejor.
No reparamos en nada más, sólo
confiamos en ti, como hacen las personas de buena fe, los que nos hablaban de
ti, sólo decían buenas cosas, y les creímos……
¡Maldita la hora en la que te
acogimos en nuestra casa!.
Te fuiste apoderando poco a poco,
de nuestros ahorros, de nuestros sueldos, de nuestra vida, cada vez nos dejabas
menos para subsistir.
Empezaste a juntarte con gentes
de dinero, con avaros sin escrúpulos, que te fueron menoscabando, cada día un
poco más; con un clan que te doraba la píldora en detrimento de todos nosotros,
y tú como buen sicario, volviste la cara hacia ellos, y nos dejaste totalmente
abandonados.
Incluso, tuviste la osadía, de
interferir en una amiga de toda la vida, que nos comprendía, que nos hacía
feliz, que paseaba con nosotros, que nos ayudaba cuando estábamos necesitados, que incluso se rebajaba ante muchos para darnos un poco de aire; hasta te diste traza para que nos abandonara eternamente (aunque yo en su memoria,
siempre que hablo de ti, me acuerdo de ella).
Lo dicho, amigo, nos has
traicionado.
No tiene remedio, maldito €uro, ya no tiene
remedio; pero ahora, estás pagando tu osadía, tu arrogancia, tu engreimiento,
cada vez te quiere menos gente, y cada vez vales menos, aunque sea en perjuicio
nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario