He llegado a la conclusión de que tenemos dos corazones.
Uno, motor físico, que insufla aliento a las arterias, y recoge los llantos de
nuestras venas. Y otro, motor sentimental; chiquitito, escondido quién sabe
dónde. Cuba de sentimientos y nido de amores. Este corazón; con las
desilusiones, con los desengaños, con las traiciones, con los desamores, va
acumulando un sarro, que endurece ese pequeño “palpitador”, hasta hacerlo duro.
Debería haber “corazontistas”, que en una o varias sesiones te pudieran hacer
una limpieza para dejarlo otra vez hábil de nuevo.
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Foto de mi amiga Juani Mora, |
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