No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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18 junio 2013

EL MAR, O LA MAR.

Sentado en la orilla del mar, o la mar, como dirĂ­a Alberti, observo paciente los rizos de espuma que cabalgan en sus olas.
Aguas templadas que recogen como madre inmensa: a sus hijas que peregrinan por los surcos de los rĂ­os, o a  sus hijas que emanan de los bloques nĂ­veos de los polos. Inmensa y hĂșmeda urbe, donde conviven millones de especies en armonĂ­a.
Aguas templadas que vienen a besarte los pies cuando vas a saludarlas, pero siempre se arrepienten de quedarse contigo, y vuelven hacia atrĂĄs llevĂĄndose  el suelo en el que pisas.
Aguas templadas que  han sido tierra para recibir a los que partieron convirtiĂ©ndose en ceniza, corrientes que acogieron a los que tuvieron que abandonar a sus familias para salir a trabajar y que durmieron para siempre acurrucados en sus olas.
Aguas templadas donde surgiĂł la vida en este mundo, ahĂ­ estĂĄn: la mĂĄs grande, el mĂĄs pequeño, el mĂĄs asesino, el mĂĄs inteligente, el mĂĄs colorista, el mĂĄs inerte, y el ser humano……..
Aguas templadas, que por desgracia, se inundan cada vez mĂĄs de cochambre producida sin control, al libre albedrĂ­o, que colorea con tintes de muerte el burbujeo constante de la pleamar y la bajamar.
Aguas templadas que imploran a los humanos, con su llanto pausado de vaivĂ©n, con sus salados besos y sus hĂșmedas sonrisas, un poco de gentileza a la hora de convivir con su inmensidad.


Que PoseidĂłn vele vuestro dĂ­a, y que el canto de las sirenas amenice vuestra existencia.

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