Cuando inexorablemente llega el
final de tu vida laboral, y tiene ya fecha de caducidad, las últimas semanas,
los últimos días, te entretienes en buscar una caja de cartón, o varias, y las
rellenas con: tu almanaque, tu listín telefónico, tus tarjetas, tus fotos de
sobremesa (pareja, hijos, nietos), tus bolígrafos preferidos, tus carpetas, tus
informes, tus tabletas de pastillas que guardabas en el cajón, las
felicitaciones antiguas de navidad…… y una parte muy importante del disco duro
de tu ordenador, que también te llevarías si pudieras; tus cosas.
Esa sensación, debe de ser igual,
cuando cambias de un trabajo a otro, de una empresa a otra; y más dolorosa aún,
cuando por desgracia, tienes que dejar de trabajar, porque tu puesto de trabajo
se extingue; las últimas semanas y los últimos días te dedicas a recoger, tus
cosas.
Recoges tus cosas, y recoges
también, el abrazo de los que hasta ese día fueron tus compañeros, los que
compartieron contigo muchas horas, los que supieron de tus
sufrimientos y alegrías, en suma, los que vivieron contigo.
Lo peor de todo, tiene que ser,
que venga el jefe y te diga…
-¡Salga de aquí, y mañana, ni se
presente!; y que no te dé tiempo ni a recoger tus cosas, ni a despedirte de
nadie.
Hoy día de San Juan, me vienen a
la memoria dos buenos amigos Juanes, que ya partieron por el otro camino; al
primero, le dio tiempo de recoger sus cosas, de despedirse, no le dio tiempo de
recoger sus fotos, porque tenía miles, y ya tenía las cajas muy, muy llenas. Al
otro, le sucedió el segundo caso, no le dio tiempo a meter en su cajita nada; ni
de sus compañeros de corporación ni tan siquiera de sus seres queridos.
La memoria, siempre quedará en
las cajas de guardar las cosas. Tampoco, esa, (la memoria), es una mala caja
para recoger toda una vida.
Buenas noches, tened siempre la
caja abierta, recogiendo buenas cosas, y rellenadla con felices sueños.
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