No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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22 junio 2013

ESE TÍO.

Ese tío que se ha metido en nuestras vidas por enésima vez como todos los veranos; ese tío, que hace, que cada año salgan a la luz, esos torsos blanqueados en días de otoño e invierno, para pintarlos con un poco de color.
El estío, ese tío que nos echa su aliento, durante el día y también en muchas madrugadas, para que estemos calentitos y no podamos conciliar el sueño.
Ese tĂ­o que nos saca de paseo por las noches, que nos invita a tomar una cerveza o un refresco en una terraza.
Ese tío que nos coloca el traje de baño, y nos incita a visitar la piscina, la playa; o dos o tres veces diarias, una ducha refrescante.
Ese tĂ­o que se lleva suculentas comisiones, de los vendedores de ventiladores, refrigeradores, y aires acondicionados.
Ese tío que nos pone a todos nerviosos, cuando avisa que va a venir, haciendo de nuestras comidas un suplicio, y de nuestra båscula, el enemigo mås acérrimo que tuviéramos nunca.
Ese tĂ­o que hace excitar el mercurio de nuestro termĂłmetro casi hasta llegar a la eyaculaciĂłn.
Ese tĂ­o que cierra los colegios, guarderĂ­as, institutos y universidades.
Este tĂ­o, el estĂ­o, que te suple en el puesto de trabajo, para que recibas tu merecido descanso anual; los autĂłnomos no tienen ni derecho a ese tĂ­o, porque seguro que les cuesta el dinero recibirlo.
Ese tío que renace cada nueve meses y se mantiene vivo sólo tres, para después morir, inmerso en las nubes de un incipiente otoño.
En fin, ese tĂ­o que cuando se vaya, dejara su estela de nostalgia, como todos los años, como en aquella canciĂłn del DĂșo DinĂĄmico, el final del verano. 
De noche soñad con la primavera o el otoño, para que ese tĂ­o, os deje descansar.

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