Ese tĂo que se ha
metido en nuestras vidas por enĂ©sima vez como todos los veranos; ese tĂo, que
hace, que cada año salgan a la luz, esos torsos blanqueados en dĂas de otoño e
invierno, para pintarlos con un poco de color.
El estĂo, ese tĂo que nos echa su aliento,
durante el dĂa y tambiĂ©n en muchas madrugadas, para que estemos calentitos y no
podamos conciliar el sueño.
Ese tĂo que nos saca de paseo
por las noches, que nos invita a tomar una cerveza o un refresco en una
terraza.
Ese tĂo que nos coloca el traje
de baño, y nos incita a visitar la piscina, la playa; o dos o tres veces diarias,
una ducha refrescante.
Ese tĂo que se lleva suculentas
comisiones, de los vendedores de ventiladores, refrigeradores, y aires
acondicionados.
Ese tĂo que nos pone a todos
nerviosos, cuando avisa que va a venir, haciendo de nuestras comidas un
suplicio, y de nuestra båscula, el enemigo mås acérrimo que tuviéramos nunca.
Ese tĂo que hace excitar el
mercurio de nuestro termĂłmetro casi hasta llegar a la eyaculaciĂłn.
Ese tĂo que cierra los colegios,
guarderĂas, institutos y universidades.
Este tĂo, el estĂo, que te suple en el
puesto de trabajo, para que recibas tu merecido descanso anual; los autĂłnomos no tienen ni derecho a ese tĂo, porque seguro que les cuesta el dinero recibirlo.
Ese tĂo que renace cada nueve
meses y se mantiene vivo sólo tres, para después morir, inmerso en las nubes de
un incipiente otoño.
En fin, ese tĂo que cuando se
vaya, dejara su estela de nostalgia, como todos los años, como en aquella
canciĂłn del DĂșo DinĂĄmico, el final del verano.
De noche soñad con la primavera o el otoño, para que ese tĂo, os deje descansar.
De noche soñad con la primavera o el otoño, para que ese tĂo, os deje descansar.
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