Cuando hacĂa rato que habĂa perdido
la sensación de estar despierto, me desvelé en el ancho mar, en medio de un
naufragio, en el que se fueron a pique, con el barco llamado “Burbuja”: bastantes
ilusiones, muchas inversiones, bancos, pisos, urbanizaciones, empresas, y un
sinfĂn de personas, que todo lo que habĂan hecho en su vida era trabajar. Los
que no se hundieron con el barco, tuvieron la suerte de salir a flote y alcanzar
a nado las barcazas salvavidas.
Cuando subieron a ellas,
comprobaron, que el nuevo capitĂĄn (ya que el anterior, habĂa sido sustituido),
imponĂa un rumbo hacia un horizonte en el que no se divisaba, tierra firme.
Estaban dentro de un mar
infectado de tiburones especuladores, aprovechados, estafadores, engañabobos,
que estaban deseando llevarse un buen bocado a sus fauces.
Si los partidarios del nuevo
capitĂĄn, remaban al este, los que aĂșn mantenĂan viva la llama del antiguo,
remaban al oeste. En otras barcazas, mĂĄs pequeñas, que tambiĂ©n componĂan la
flotilla, pasaba exactamente lo contrario; los partidarios del antiguo capitĂĄn,
eran los que dirigĂan las operaciones, y los seguidores del nuevo, los que
remaban hacia el lado contrario.
Lamentablemente, mientras unos
decĂan a los otros, por los megĂĄfonos y casi a voces, que estaban equivocados,
que no era al este donde debĂan remar, los otros vociferaban que de remar hacia
el oeste, nada de nada.
Lastimosamente, mientras los que
dirigĂan las barcazas, fueran al este o al oeste, no tenĂan necesidad de comida
ni agua; los que estaban remando, y casi volviéndose locos de no saber hacia
dĂłnde remar, cada vez mĂĄs, escaseaban de
todo, y cada vez les resultaba mĂĄs difĂcil empuñar los remos en el dĂa a dĂa.
¿Por quĂ© les resultaba tan
difĂcil, equilibrar sus ideas, en beneficio de los que remaban, remaban y
remaban, y no dejaban de remar?.
¿Por quĂ© era tan complicado ponerse
de acuerdo, cuando estaba en juego la
vida de tantos nĂĄufragos de ese inmenso trasatlĂĄntico llamado “Burbuja”, y
poder remar todos hacia el mismo horizonte, buscando tierra firme, aunque la forma de remar, pudiera resultar
diferente?
Penosamente, los que remaban,
cada vez tenĂan menos fuerza para remar, los que aprendĂan a remar, no tenĂan
sitio en la barcaza para sentarse a hacerlo, los pequeñines, no habĂan visto
tierra firme en su vida, y los niños, un poco mĂĄs mayores, veĂan cĂłmo sus
padres se debilitaban poco a poco, y algunos hasta se rendĂan arrojĂĄndose por
la borda. Y las barcazas, seguĂan y seguĂan navegando en la inmensidad de ocĂ©ano.
Menos mal que sonĂł el despertador
y sĂłlo era una pesadilla, que si no…….
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