No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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01 junio 2013

LA PESADILLA DE LAS BARCAZAS SALVAVIDAS.

Cuando hacía rato que había perdido la sensación de estar despierto, me desvelé en el ancho mar, en medio de un naufragio, en el que se fueron a pique, con el barco llamado “Burbuja”: bastantes ilusiones, muchas inversiones, bancos, pisos, urbanizaciones, empresas, y un sinfín de personas, que todo lo que habían hecho en su vida era trabajar. Los que no se hundieron con el barco, tuvieron la suerte de salir a flote y alcanzar a nado las barcazas salvavidas.
Cuando subieron a ellas, comprobaron, que el nuevo capitán (ya que el anterior, había sido sustituido), imponía un rumbo hacia un horizonte en el que no se divisaba, tierra firme.
Estaban dentro de un mar infectado de tiburones especuladores, aprovechados, estafadores, engañabobos, que estaban deseando llevarse un buen bocado a sus fauces.
Si los partidarios del nuevo capitán, remaban al este, los que aún mantenían viva la llama del antiguo, remaban al oeste. En otras barcazas, más pequeñas, que también componían la flotilla, pasaba exactamente lo contrario; los partidarios del antiguo capitán, eran los que dirigían las operaciones, y los seguidores del nuevo, los que remaban hacia el lado contrario.
Lamentablemente, mientras unos decían a los otros, por los megáfonos y casi a voces, que estaban equivocados, que no era al este donde debían remar, los otros vociferaban que de remar hacia el oeste, nada de nada.
Lastimosamente, mientras los que dirigían las barcazas, fueran al este o al oeste, no tenían necesidad de comida ni agua; los que estaban remando, y casi volviéndose locos de no saber hacia dónde remar, cada vez más,  escaseaban de todo, y cada vez les resultaba más difícil empuñar los remos en el día a día.
¿Por qué les resultaba tan difícil, equilibrar sus ideas, en beneficio de los que remaban, remaban y remaban, y no dejaban de remar?.
¿Por qué era tan complicado ponerse de  acuerdo, cuando estaba en juego la vida de tantos náufragos de ese inmenso trasatlántico llamado “Burbuja”, y poder remar todos hacia el mismo horizonte, buscando tierra firme,  aunque la forma de remar, pudiera resultar diferente?
Penosamente, los que remaban, cada vez tenían menos fuerza para remar, los que aprendían a remar, no tenían sitio en la barcaza para sentarse a hacerlo, los pequeñines, no habían visto tierra firme en su vida, y los niños, un poco más mayores, veían cómo sus padres se debilitaban poco a poco, y algunos hasta se rendían arrojándose por la borda. Y las barcazas, seguían y seguían navegando en la inmensidad de océano.
Menos mal que sonó el despertador y sólo era una pesadilla, que si no…….




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