¡Pobres linces! ¡Siempre son los malparados del coto de Doñana! ¡Los mĂĄs atropellados de la carretera de Matalascañas!
Pero he descubierto algo mucho peor el otro dĂa camino de dos bodas en una, bodas geniales en un hotel de la playa de Almonte. (Por cierto, entre el pueblo, el RocĂo y la playa vaya chollo recaudatorio que tiene el ayuntamiento)
Como decĂa, conforme circulaba camino hacia el mar, y al dĂa siguiente volviendo a Sevilla, me he encontrado varias (unas seis aproximadamente) señales de trĂĄfico como la de la foto.
Y a los pobres linces, no solo les ha caĂdo la lacra de los atropellos al cruzar la carretera, no solo los tienen super controlados con argollas de seguimiento; no solo no dejan de vigilar la grietas donde se ubican sus madrigueras, no solo estĂĄn en peligro de extinciĂłn, sino que ademĂĄs, y dadas las señales de trĂĄfico que fui viendo el otro dĂa, tambiĂ©n son engañados, y muy a menudo por sus parejas.
No hay nada mås que ver las señales de tråfico, no hay nada mås que fijarse en los impresionantes cuernos que les han salido a los linces, parece mentira.
Me he quedado anonadado al saber lo promiscuos y promiscuas que son los linces y las "linzas" (forma correcta de decirlo: los linces hembras, ya que es un un sustantivo epiceno). Como por ejemplo no se dice: la tiburĂłn, el perdiz, el vĂctima o el persona; por si acaso alguien se siente ofendido.
En fin, un guiño al humor, que como estå la cosa es justo y necesario.
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