Pretendes que las cosas sucedan tan cual las sueñas, las supones, las ideas; pero, como decĂa mi admirado Antonio Ozores:
¡No hijo, no!
Quisieras abiertamente triunfar en un trabajo, en una competiciĂłn; en una operaciĂłn, en salir de una enfermedad, e incluso que te tocase la loterĂa...
¡No hija, no!
Anhelas a una chica o a un chico, estĂĄs enamoradĂsimo o enamoradĂsima de Ă©l o ella, pero...
¡No hijo, no!
Al final hay que tomar otros derroteros en nuestra vida para que sea satisfactoria, para que seamos algo felices en este valle de lĂĄgrimas, cosa normal si nos seguimos tomando la vida como hasta ahora.
BastarĂa con tener un poco de espĂritu aventurero para estar siempre satisfechos; pues, en esta vida, gracias a Dios, nada sucede como deseĂĄbamos o planeĂĄbamos, como suponĂamos, ni como tenĂamos previsto. Por lo que la mayorĂa de las cosas van a su puta bola.
Y por ende, hay que aprender a disfrutar con ello, si una cosa no va, pues otra; si no, otra; o mil veces otra, mientras haya vida...
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