Paseando a solas el otro dĂa por el barrio de Santa Genoveva, me fijĂ© en el nombre de la calle por la que pasaba para no equivocarme a la vuelta, cosa que me suele pasar a menudo por mis defectos en la vista. Me suelo fijar por donde voy y hago fotos del nombre de la calle, sobre todo cuando llegamos en coche y quien me lleva lo deja aparcado en esa vĂa.
Esta calle tiene un nombre curiosĂsimo, tan curioso que incluye en el nombre de la calle dos vocablos parecidos pero completamente diferentes.
La mĂĄs antigua raĂz de amor (amma) proviene del indoeuropeo primitivo y significa: madre; y tambiĂ©n tienen ahĂ su raĂz: amigo, amistad.
El amor es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro con otro ser.
Es el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de uniĂłn, nos completa, nos alegra y nos da energĂa para convivir, comunicarnos y crear.
Los amorĂos son, o se consideran, relaciones amorosas superficiales y pasajeras, tambiĂ©n son unos enamoramientos transitorios; antiguamente se relacionaba mĂĄs con la amistad.
El amor es una palabra grande, con la que se nos llena la boca cuando la pronunciamos, pero que lamentablemente muchas veces, muchas, son amorĂos.
El amor es un sentimiento que te hace grande si lo recibes pero enorme si lo das.
¡Hay tanto amor que dar!
¡Hay tantas personas necesitadas de nuestro amor!
¿SerĂa posible destilar hacia fuera de nosotros, aunque solo fuera un poquito de amor?
¿Se podrĂa dar un beso, una caricia, ayudar a cruzar la calle, colaborar con el necesitado, liberarnos de prejuicios y amar sin frontera?
Pero con un amor sĂłlido, no con un amorĂo caduco, con ese amor que hace de pilar de nuestra vida; ¡CuĂĄntas cosas se evitarĂan sĂłlo con un poco de amor!
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