Algunas personas tienen, o tenemos, por costumbre subir a las redes sociales mensajes de despertar de la conciencia de los que nos leen; hay religiosos, jĂłvenes, mayores, polĂticos, que escriben que su labor es estar al servicio de los demĂĄs, servirlos, pero despuĂ©s, cuando realmente llega la hora, poco y pocas son los que contribuyen a ello. Y no me refiero a contribuir con dinero, me refiero a servir de otras muchas formas.
Servir de enfermero de almas escuchando a los que necesitan habar para desahogarse de esa losa tremenda que le aprisiona la cabeza con su depresiĂłn o ansiedad.
Servir de confesor a los que no estĂĄn bien y sienten que necesitan un consejo.
Servir de cuidador de los que necesitan cuidados fĂsicos.
Servir de abogado, de asesor financiero, de cocinero, servir a quien nos necesite; y si eres polĂtico ya sabes que te eligieron para servir al pueblo, nunca para servirte del pueblo.
Y cómo no, servir como abuelo/a, padre o madre, servir como hijo, no de hijo, servir como pareja, como compañero de trabajo, servir como amigo, no servirte de amigos.
Hay una frase preciosa que resume enteramente la palabra servir, pero servir como, no servir de, ni servirse de:
" El servir a los demĂĄs es el alquiler que pagas por un hueco en el cielo"
Ni mĂĄs ni menos.
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