El otro día echando un vistazo al programa de reformas en casa de los hermanos Scott, hubo un momento en el que con un programa de arquitectura, pudiera ser el "Autocad", los gemelos fabrican una realidad virtual con alzado en tres dimensiones, a color, de cómo va a quedar la casa después de la estupenda reforma que tienen planteada.
Pasan los minutos del programa viendo cómo realizan la obra, como colocan los muebles, y como decoran; y cuando los clientes entran en casa se quedan boquiabiertos por el éxito de la reforma y hablan gloria bendita de los Scott y del reformado.
En un momento sale a colación en pantalla, el proyecto con el Autocad y la realidad; y muchas veces, son bastante diferentes, porque no han podido colocar algo donde estaba previsto, o no encontraron el mobiliario adecuado; tanto el proyecto como la realidad están geniales.
En un momento sale a colación en pantalla, el proyecto con el Autocad y la realidad; y muchas veces, son bastante diferentes, porque no han podido colocar algo donde estaba previsto, o no encontraron el mobiliario adecuado; tanto el proyecto como la realidad están geniales.
Pues en la vida nos pasa exactamente lo mismo, en todos los momentos de la vida tenemos sueños, tenemos pensamientos de cómo o de qué forma queremos que sea esto y eso; deseamos tener objetos de determinada forma, queremos que sucedan cosas así como las hemos pensado o deseado, pero pocas veces recibimos con alegría las buenas cosas que nos depara el destino, ¡Claro, así no era como yo quería!
Deberíamos aplicarnos en toda su magnitud esta magnífica frase de un tal Epicteto, filósofo griego que nació en el año 0 y murió con 80 años:
"No pretendas que las cosas sean como tú las deseas; deséalas como son."
Hay señoras, que esperando su deseado príncipe azul, se quedan sin un príncipe verde, o rojo, o amarillo, o blanco.
Nunca desechemos lo bueno que la vida nos propone.
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