Los niños vienen de ParĂs, los Reyes Magos traen regalos a todos el dĂa de Reyes, PapĂĄ Noel en navidades trae regalos tambiĂ©n, el Ratoncito PĂ©rez cuando se te cae un diente se lo lleva y te deja un regalo, etc....
Como estas, hemos contado a nuestros hijos, igual que nos contaron a nosotros miles de pequeñas mentiras, o mentirijillas.
Tomarte una cervecita cuando terminas de trabajar y llegar a casa diciendo que un cliente te habĂa entretenido mĂĄs tiempo del necesario haciendo que salieras tarde, tambiĂ©n es muy comĂșn.
No, yo no he fumado, la ropa huele porque una que hablaba conmigo me echĂł el humo, esto dicho con olor a chicle de menta en la boca.
Y al final es, como el que empieza robando calderilla en casa, o en el trabajo; y cuando se acostumbra a robar, cada vez lo hace mĂĄs veces y en mayor cantidad.
Se empieza con pequeñas mentiras, y cuando tu hijo te dice:
Me dijiste que si me tragaba un chicle se me pegarĂa en las tripas; ¿PorquĂ© me mentiste?
Y entonces...
Cuando descubres que alguien te miente, cuando te das cuenta que te han engañado, cuando notas que lo que te cuentan tiene un leve, o un gran "tufillo" a "rollo macabeo" empiezan tus dudas.
El otro dĂa, en un anĂĄlisis del debate a cinco antes de la elecciones hecho por Antena 3, detallaban las mentiras que habĂan pronunciado todos los candidatos, los cinco mintieron en algĂșn momento del debate.
No nos damos cuenta de lo que ensucian nuestra alma las mentiras que nos endilgan, aunque sean pequeñas.
"Una gota de mentira puede contaminar un mar de confianzas".
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