No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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24 mayo 2018

6.212.

Es la primera vez, y lo más probable es que no ocurra en mucho tiempo, que se me saltaron las lágrimas viendo el programa de Pablo Motos.
El otro día lo hicieron genial, de sombrerazo, hace unos días se jubiló el doctor José María Román, y con la confabulación de muchos compañeros y pacientes, y por supuesto de su familia, lo llevaron al teatro.
Se representó, por algunos pacientes, la historia de su vida, cómo fue rechazado por las fuerzas del aire por una desviación en el tabique nasal (quería ser aviador), cómo estudió la carrera, como conoció a su esposa Michelle en un Seat 600; se estaba dando cuenta que era su vida, y no se lo podía creer; miraba a su esposa anonadado, y a sus hijos, hasta que al final, el teatro entero, lleno por cierto de pacientes y compañeros, prorrumpió en un estruendoso aplauso. 
D. José María no tuvo más remedio que subir al escenario y agradecer a todos esa espectacular forma de agradecerle lo que él mismo decía que era su obligación.
Iñaki Gabilondo, curtido en miles de batallas y quizá rememorando la enfermedad que se llevó a su primera esposa, también tuvo la sensibilidad de secarse alguna lágrima.
Lo de la otra noche no hace más que corroborar lo que pienso, lo que siento, lo que deberíamos tener todos, pero solo la tienen los más grandes: la humildad; esa si que te hace enorme.
El doctor Román recibió un sinfín de felicitaciones pero seguro que 6.212 fueron especiales, porque ni más ni menos son las operaciones de cáncer de mama que realizó en su larga vida como oncólogo.

Ahí lo podéis ver:



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