Todo los que llevan en la sangre el espectĂĄculo, solo hace falta que vean algo que les incite para que les pique el gusanillo de cantar y busquen la menor oportunidad para sentirse realizados, si no tienen a mano un escenario y/o un micrĂłfono, se desahogan en su misma ducha.
Lo mismo pasa con los que llevan el toreo dentro; en el momento que ven una corrida, hablan de toros o sueñan el toreo, les pica el "gusanillo" y se van de tientas, o bien reaparecen en una ocasión especial; los futbolistas tres cuartos de lo mismo, los he visto rechonchos como bolitas, jugar una pachanguita.
Pero hay un gusanillo mucho peor, yo lo llamarĂa: un ĂĄspid muy venenoso.
Hace tiempo, un psiquiatra comentaba en una entrevista que la maldad en la sociedad venĂa por rachas, y solo era necesario que alguien diera el primer paso, sirviendo de ejemplo, para que los que tuvieran las entrañas tan negras como Ă©l o como ella se sintieran picados por esa vĂbora maldita; y cual fichas de dominĂł, repitieran el mismo crimen que el primero.
Cuando hay un suicidio, en el entorno mĂĄs cercano del suicidado, suele repetirse en mĂĄs personas picados por la dichosa serpiente; comprobamos que la violencia de algunos hombres con algunas mujeres (me niego a catalogarla violencia de gĂ©nero, no todo el gĂ©nero masculino ejerce de violento); como decĂa, comprobamos que el veneno se traslada a travĂ©s de las informaciones, y otros a los que le pica el ĂĄspid, cometen el mismo crimen. Lo mismo pasa con las violaciones singulares o en masa, con el rapto y asesinato de chicos y chicas, se estĂĄ convirtiendo en una epidemia por el veneno que se les despierta a los abusadores.
La pederastia juega con los mismas cartas envenenadas.
Lo cierto y verdad es que cuando pasa una desgracia, la maldita cobra se encarga de picar a los: asesinos, maltratadores, abusadores, violadores, pederastas y demĂĄs, para inocularles el malvado "gusanillo". ¡Maldito sea!
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