Como pude, me impulsĂ© hacia arriba desde el fondo de la laguna, me apretaba el pecho conforme ascendĂa, no podĂa estar mĂĄs tiempo sin respirar; cuando me besĂł el frĂo en la cara, supe que era la señal de abrir mi boca e intentar aspirar el mĂĄximo de aire posible; me congelĂł las entrañas, pero sabĂa que esa inspiraciĂłn me daba vida.
Salà del agua, cuando me marqué un ritmo adecuado de respiración, me senté en una de las piedras que bordeaban el lago.
-¿CĂłmo habĂa caĂdo tan abajo?
MirĂ© hacia arriba y descubrĂ las paredes escarpadas de la cĂĄrcava, aquella por la que habĂa caĂdo, no sĂ© cuando, ni sĂ© cĂłmo, pero lo que sĂ tenĂa claro es que estaba bien abajo, aterido de frĂo, y sin saber hacia donde ir.
Tranquilidad, tengo que pensar y poner mi mente lo suficientemente clara para tomar una determinaciĂłn.
TomĂ© una estricta decisiĂłn: hacia arriba, si querĂa salir de allĂ, tenĂa que subir hacia arriba, una tarea bien difĂcil; era necesario no volver a hundirme de nuevo en la laguna, pero para ello, tenĂa que tener las manos y la mente fuertes, agarrarme concienzudamente a los riscos, a las fuertes ramas, a los pequeños arbolillos que sobresalen de las paredes del abismo, todo lo que sea para subir, subir, y subir hacia arriba.
LucharĂa hasta la extenuaciĂłn, sin un gramo de desĂĄnimo, con el convencimiento de que al llegar al borde del precipicio podrĂ© observar de nuevo, despuĂ©s de este gran susto, un nuevo amanecer.
EL sol sale todos los dĂas, a mĂ, desde abajo, me era imposible verlo, y lo llamaba, lo llamaba desesperadamente, pero solo escuchaba una canciĂłn de fondo que me animaba a seguir subiendo: "Here comes the sun" (ahĂ viene el sol); ahĂ viene, pero para poder disfrutar de Ă©l, no tenĂa mĂĄs remedio que llegar arriba.
A los que vivåis hundidos bajo el agua,a los que sintåis que caéis en picado por la cårcava camino del agua; a los que os estéis asomando inconscientemente al borde del precipicio, sabed que siempre, siempre hay alguna piedra con la cara de un amigo, ramas con facciones de familiares y arbolillos con la tez de compañeros que bien te quieren; todo te ayudarå a salir, o bien te impedirån caer en esa gran depresión que es la cårcava.
Y si por mor del destino, pierdes el sentido, o te resbalas, o te caes, tienes que luchar con uñas y dientes para poder ver de nuevo al sol.
¡A por el!
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