Una cofradĂa de Semana Santa no se hace con un chasquido de dedos; lo que vemos actualmente en nuestras calles es un compendio de situaciones que han ido sucediendo con el paso de los años. Los artesanos tenĂan cada uno su gremio, su grupo, en el que defendĂan sus derechos, sus precios, mantenĂan sus hospitales independientes, y evidentemente su capilla religiosa; posiblemente este sea al origen de las hermandades. Dentro de esas capillas habĂa cuadros o cartelas que representaban hechos de la pasiĂłn, los cuales procesionaban por el barrio donde se asentaba el gremio como acto de penitencia, tambiĂ©n se estilaba mucho por esa Ă©poca el teatro religioso; de esos cuadros y esos teatros dimanaron (con la llegada del barroco, la talla y la imaginerĂa) la forma de representar actualmente los momentos de la pasiĂłn.
Hubo tiempos en los que tuvieron que estar encubiertos los cultos externos, pero despuĂ©s renacieron con mĂĄs Ămpetu, llegĂĄndose a erigir muchas mĂĄs hermandades.
Todo nace de un principio, va desarrollĂĄndose poco a poco, va creciendo, y al final llega a nuestros dĂas despuĂ©s de todas esas fases, si no hay algo o alguien que lo corte de raĂz, y aĂșn asĂ pueden sobrevivir ocultos eternamente.
Valga esta experiencia de las cofradĂas, y sin ĂĄnimo de ofender ni a nada ni a nadie (de las hermandades y cofradĂas por supuesto), para intentar entender quĂ© estĂĄ pasando en ciertas zonas de nuestro territorio; todo empezĂł hace muchos, muchos años; estuvieron escondidos cuando se sintieron acorralados, pero jamĂĄs renunciaron; estuvieron agazapados manteniendo viva la llama oral de padres a hijos, y en el momento en que no han tenido ningĂșn tipo de trabas, han resurgido con mucha mayor virulencia que en tiempos pasados.
Todo viene de donde viene, y en esta vida, nada es un casual.
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