Se tarda unos meses en la concepción, todo son parabienes, ilusiones, y va pasando el tiempo; llega un momento en que hay que prepararlo todo para la venida, y empiezan los gastos:
Que si vestidos, que si adornos, que si recipientes para beber y las necesidades, que si "que esté todo preparado".
Se hace acopio de dinero para el día del bautizo, se invita a los amigos, y empieza la vida.
Va pasando, y no nos damos cuenta que en un momento se acabará, que lo que no hayas disfrutado en esos días, no lo podrás disfrutar más; pasa inexorablemente, y cuando más cerca está el final más rápido se va el tiempo.
Una noche de tormentas de colores, muere para siempre la que estaba viva, y al otro día, en menos de doce horas, lo que queda de ella son nada más que sus huesos metálicos y unos pocos despojos.
Los médicos de trasplantes hacen acopio de todo lo que puede ser trasplantado para otra vida, en otro año, y al final, ya solo resta el trabajo de los sepultureros.
Se fue la feria y ya solo aguantan, abrasados por la solanera, los hierros que descansan a la espera de la resurrección venidera en los osarios, en propiedad o alquilados, de los que los guardan.
Cualquier parecido de la feria que se ha ido, con la realidad de nuestra existencia, es pura coincidencia.
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