Hace muchos años, demasiados dirĂa yo, iba a la feria de mi pueblo con una de esas monedas que a mĂ particularmente me parecĂan inmensas; una moneda de 2,50 pesetas.
Con una de esas bronceada tenĂa para todo un dĂa de feria, caso de que mi abuelo Manolo no me soltara bajo cuerda alguna que otra para poder dar un par de vueltas mĂĄs en los "cacharritos".
HabĂa unas mĂĄquinas en la entrada de la feria, claro estĂĄ, por donde entraba yo, que todavĂa existen en algunos lados y que por 0,50 pesetas (dos reales) tenĂas la oportunidad de dirigir una pequeña grĂșa e intentar atrapar un "muñequillo" o en otras ocasiones un reloj de pulsera; jamĂĄs conseguĂ ninguna de las dos cosas, hasta que descubrĂ que las garras no tenĂan suficiente fuerza para sacar nada, y menos un reloj, entonces desistĂ de mi empeño.
Este viaje en la mĂĄquina del tiempo lo hice la otra tarde viendo un trozo de la corrida de toros de San Isidro; digo esta corrida, como podrĂa decir cualquier otro tipo de evento, donde siempre hay uno o varios graciosos que, anonadados por el alcohol ingerido, o simplemente inundados de una estupidez extrema que soportan, se dedican a dar voces exclamando ingentes tonterĂas con las que se creen que hacen gracia; tambiĂ©n los hay que insultan o incluso tiran cosas, o encienden bengalas; alguna vez le escuchĂ© a un gran filĂłsofo decir que hacĂan estas cosas por intentar destacar en algo en la vida, ya que no eran capaces de despuntar en nada mĂĄs.
En cualquiera de esos sitios donde aparezcan estos especĂmenes indeseables deberĂan de existir grĂșas como a las que antes aludĂ, pero con fuerza suficiente en las garras para coger a estos individuos o Individuas, retirarlos del asiento, levantarlos por encima del recinto y depositarlos en la puerta de su puñetera casa.
¡Joder, y por sĂłlo dos reales!
Como dice mi amiga Carmen: En todo jardĂn siempre hay slgĂșn capullo.
Como dice mi amiga Carmen: En todo jardĂn siempre hay slgĂșn capullo.
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