No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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26 mayo 2018

LA MÁQUINA DE LOS MUÑEQUITOS.

Hace muchos años, demasiados diría yo, iba a la feria de mi pueblo con una de esas monedas que a mí particularmente me parecían inmensas; una moneda de 2,50 pesetas.
Con una de esas bronceada tenía para todo un día de feria, caso de que mi abuelo Manolo no me soltara bajo cuerda alguna que otra para poder dar un par de vueltas más en los "cacharritos".
Había unas máquinas en la entrada de la feria, claro está, por donde entraba yo, que todavía existen en algunos lados y que por 0,50 pesetas (dos reales) tenías la oportunidad de dirigir una pequeña grúa e intentar atrapar un "muñequillo" o en otras ocasiones un reloj de pulsera; jamás conseguí ninguna de las dos cosas, hasta que descubrí que las garras no tenían suficiente fuerza para sacar nada, y menos un reloj, entonces desistí de mi empeño.
Este viaje en la máquina del tiempo lo hice la otra tarde viendo un trozo de la corrida de toros de San Isidro; digo esta corrida, como podría decir cualquier otro tipo de evento, donde siempre hay uno o varios graciosos que, anonadados por el alcohol ingerido, o simplemente inundados de una estupidez extrema que soportan, se dedican a dar voces exclamando ingentes tonterías con las que se creen que hacen gracia; también los hay que insultan o incluso tiran cosas, o encienden bengalas; alguna vez le escuché a un gran filósofo decir que hacían estas cosas por intentar destacar en algo en la vida, ya que no eran capaces de despuntar en nada más.
En cualquiera de esos sitios donde aparezcan estos especímenes indeseables deberían de existir grúas como a las que antes aludí, pero con fuerza suficiente en las garras para coger a estos individuos o Individuas,  retirarlos del asiento, levantarlos por encima del recinto y depositarlos en la puerta de su puñetera casa.
¡Joder, y por sólo dos reales!
Como dice mi amiga Carmen: En todo jardín siempre hay slgún capullo.

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