No obligues a nadie a quererte, mejor oblígalo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

Seguidores

26 mayo 2018

ARA PACIS.

Hago crucigramas, cuando mis ojos me lo permiten, y eso me mantiene la mente ejercitada; desde hace mucho, me ha llamado la atención una palabra que aparece muchas veces en ellos: ARA; su significado es altar, pero...
Hoy me he propuesto descubrir  el por qué y qué es este ara.
El ara, fue el altar de los sacrificios greco-romanos de sangre, ofrendas sin sangre, y libaciones; podían estar en templos o al aire libre, una de esas aras fue: el Ara pacis, altar dedicado a la diosa Pax, como su nombre indica,diosa de la paz.
A principios del cristianismo los discípulos de Jesucristo celebraran la conmemoración de la Eucaristía realizando su sacrificio incruento en mesas,  que se podían desplazar y tenían más parecido con donde se celebró la última cena.
Fue a partir del siglo IV cuando el altar se empezó a colocar en al ábside de los templos, estos guardaban en el centro una piedra consagrada y un relicario.
Cada vez que he visito algún templo abandonado, retirado del culto, he indagado en su altar mayor, y en el centro de su superficie, encarado hacia donde estuvo el sagrario, hay una oquedad, una concavidad rectangular, ya vacía,  en la que se colocaron de acuerdo con el Pontifical romano reliquias de dos mártires canonizados, también puede ser uno, y muchas veces coincide con vestigios del titular o la titular de la iglesia en la que están. Se colocan las reliquias en el relicario junto con tres gramos de incienso y un pequeño pergamino en el que consta la atestación de la consagración, una vez tuve acceso a eso precisamente.
Si tuviéramos que guardar pequeñas reliquias de verdaderos santos, de esos anónimos que en algún momento conoces en tu vida, pero que no te das cuenta que son santos o santas por la humildad que derrochan; si hubiera que construir iglesias, capillas, ermitas, catedrales o basílicas para dar acogida a las reliquias de estas personas que hacen el bien y no miran a quien, esos ciudadanos y ciudadanas que no permiten que su mano izquierda sepa lo que hace su mano derecha, su construcción sería más longeva que la de la catedral del mar.
Santos y santas anónimos que viven con nosotros, que nos cruzamos día a día en la calle, y que no han sido elevados a  ningún altar material;  eso sí, han sido canonizados en nuestra memoria nada más y nada menos; y mucho más importante, han ascendido al altar de nuestros corazones.
Gente buena, gente muy buena, que la hay; y...
¿Qué es ser santo, si no eso?



No hay comentarios:

Publicar un comentario