No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

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24 mayo 2018

LA RIBERA DEL RÍO.

En mi pueblo, bajando la cuesta de las Doblas, accedes al puente sobre el rĂ­o Guadiamar, ese rĂ­o que engullĂł la mayorĂ­a del vertido tĂłxico de Boliden Apirsa; tambiĂ©n puedes llegar por el camino real viejo que pasa cerquita de mi casa; recuerdo el rĂ­o de antaño, con el sombrajo del “Sopita” (mosquitos mil) y un buen puñado de eucaliptos grandes que hacĂ­an de ribera de ese Guadiamar, que cruzan muchos romeros por el vado del Quema.
Esos eucaliptos con grandes raĂ­ces, junto a las cañas,  hacĂ­an de muro para que la tierra no entrara en el rĂ­o y de dique para que el agua no subiera demasiado su nivel.
Perfumaban los alrededores del puente de la carretera general antigua de Sevilla-Huelva, en ambas vertientes; todo ahora se bautizĂł en su tiempo como el corredor verde.
No me extraña, que las aceras de alguna avenida de Sevilla, en las que estån asentados grandes eucaliptos, se asemejen a grandes montañas rusas aromatizadas por ese olor tan especial que me traslada a la infancia.
Las grandes raĂ­ces de los eucaliptos estĂĄn hechas para lo que estĂĄn, la naturaleza no es boba, y no se crearon para hacer de una acera un lugar intransitable, y mucho peor para los cortos de vista como el que os suscribe.
SĂ© que no va a ser posible que el Ayuntamiento los cambie y se arreglen las aceras, por lo que harĂ© lo que siempre hago ante las adversidades: seguir adelante, con paciencia, despacio, mirando bien donde piso y valorando  las cosas buenas; caminarĂ© por medio de la vĂ­a mientras no vengan coches, y me seguirĂ© deleitando con el maravilloso perfume que destilan esos gigantescos eucaliptos.

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