Al pobre hombre se le cayeron los tornillos que estaba enroscando, no digo ya los tornillos, el atornillador, las gafas y todo lo que tenĂa a mano; no, no es que fuera torpe la verdad, realizaba correctamente su trabajo de montador de cocinas en la tienda de muebles, pero lo de hoy era ya demasiado.
No muy lejos de la casa donde instalaba la cocina, su madre hacĂa de comer para ella, su marido, su niña y su hijo, el de antes, separado, que trabajaba en la casa de muebles; sin saber por quĂ©, el cucharĂłn se cayĂł al suelo, la cebolleta que iba a picar tambiĂ©n y hasta, con el codo, derramĂł un vaso de nata que tenĂa preparada para la carbonara; se mirĂł las manos como queriendo entender quĂ© le estaba sucediendo.
Y a la chica, que aprendĂa el oficio en una peluquerĂa cercana, los bigudĂes, los rulos, las tijeras e incluso el secador, tambiĂ©n rodaron esa mañana por el suelo.
En un autobĂșs de lĂnea a la misma hora de la mañana y lejos de allĂ, la ex-suegra, ex-consuegra, y la madre de la ex-cuñada de la chica, viajaba sentada junto a su amiga del alma, camino del centro.
- El tĂo, el tĂo era un flojo, no ayudaba a mi hija en nada; ella lo tenĂa que hacer todo y tenĂa la vivienda impoluta, se podĂa comer en el suelo; no como en la de la madre del niñato ese; mira, mi nieta vino el otro dĂa al piso y me dijo: - Abuela, no quiero ir mĂĄs a casa de la otra abuela, allĂ hay mucha mierda, uf quĂ© asco; y la niña, la del cepillo y el secador, vaya la niña con esos "pelĂĄnganos", y eso que estĂĄ aprendiendo en una peluquerĂa, todo el dĂa fumando y quien sabe quĂ© mĂĄs cosas.
En fin, que mi nieta, mientras menos tiempo esté con esa gentuza, mejor que mejor.
La vecina de asiento solo se atrevĂa a decir: ¿Si?, Por Dios, ¡Que cosa mĂĄs grande!, ¿En serio?
Nunca he sido partidario de hablar mal de nadie, y menos en pĂșblico y con esa saña; deberĂan de haberse dado cuenta de que no estaban solas en el autobĂșs, y bajaron, y seguieron bla, bla, bla...
No me extraña que la nieta hablara asĂ de su abuela, la otra; ¡Que forma de envenenar! Aunque fuera verdad, a una niña no se le adoctrina de esa forma; no me extraña que se les cayeran las cosas de las manos a los otros pobres, aunque fueran flojo, guarra y pelandrusca. ¡Dios mĂo, a saber quĂ© habrĂa en su casa!
Moraleja: Antes de criticar la mierda que otro esconda, mira debajo de tu alfombra.
Moraleja: Antes de criticar la mierda que otro esconda, mira debajo de tu alfombra.
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