No obligues a nadie a quererte, mejor oblĂ­galo a irse. Quien insista en quedarse, es quien realmente te quiere. Siempre seremos para alguien, la persona correcta que conocieron en el momento equivocado.

Seguidores

24 mayo 2018

SE LES CAYERON.

Al pobre hombre se le cayeron los tornillos que estaba enroscando, no digo ya los tornillos, el atornillador, las gafas y todo lo que tenĂ­a a mano; no, no es que fuera torpe la verdad, realizaba correctamente su trabajo de montador de cocinas en la tienda de muebles, pero lo de hoy era ya demasiado.
No muy lejos de la casa donde instalaba la cocina, su madre hacĂ­a de comer para ella, su marido, su niña  y su hijo, el de antes, separado, que trabajaba en la casa de muebles; sin saber por quĂ©, el cucharĂłn se cayĂł al suelo, la cebolleta que iba a picar tambiĂ©n y hasta, con el codo, derramĂł un vaso de nata que tenĂ­a preparada para la carbonara; se mirĂł las manos como queriendo entender quĂ© le estaba sucediendo.
Y a la chica, que aprendía el oficio en una peluquería cercana, los bigudíes, los rulos, las tijeras e incluso el secador, también rodaron esa mañana por el suelo.
En un autobĂșs de lĂ­nea a la misma hora de la mañana y lejos de allĂ­, la ex-suegra, ex-consuegra, y la madre de la ex-cuñada de la chica, viajaba sentada junto a su amiga del alma, camino del centro.
- El tío, el tío era un flojo, no ayudaba a mi hija en nada; ella lo tenía que hacer todo y tenía la vivienda impoluta, se podía comer en el suelo; no como en la de la madre del niñato ese; mira, mi nieta vino el otro día al piso y me dijo: - Abuela, no quiero ir mås a casa de la otra abuela, allí hay mucha mierda, uf qué asco; y la niña, la del cepillo y el secador, vaya la niña con esos "pelånganos", y eso que estå aprendiendo en una peluquería, todo el día fumando y quien sabe qué mås cosas.
En fin, que mi nieta, mientras menos tiempo esté con esa gentuza, mejor que mejor.
La vecina de asiento solo se atrevĂ­a a decir: ¿Si?, Por Dios, ¡Que cosa mĂĄs grande!, ¿En serio?
Nunca he sido partidario de hablar mal de nadie, y menos en pĂșblico y con esa saña; deberĂ­an de haberse dado cuenta de que no estaban solas en el autobĂșs, y bajaron, y seguieron bla, bla, bla...
No me extraña que la nieta hablara asĂ­ de su abuela, la otra; ¡Que forma de envenenar! Aunque fuera verdad, a una niña no se le adoctrina de esa forma; no me extraña que se les cayeran las cosas de las manos a los otros pobres, aunque fueran flojo, guarra y pelandrusca. ¡Dios mĂ­o, a saber quĂ© habrĂ­a en su casa!
Moraleja: Antes de criticar la mierda que otro esconda, mira debajo de tu alfombra.



No hay comentarios:

Publicar un comentario