Todos los años y desde hace casi treinta, el primer dĂa de feria me tomo, despuĂ©s de la cena, un gĂŒisqui con coca-cola con mi amigo Juan.
Este año, continuamos con la tradición, que se ha hecho norma entre nosotros; nuestra primera copa es entre ambos.
Esa noche brindamos como cada feria, y Juan comentĂł:
- Un año mås....
- Y un año menos.
De pronto, algo en mi interior se rebelĂł ante esa frase, esta "cabecita" mĂa, que Dios me ha dado, que no para de cavilar se enfrentĂł a esas palabras tantas veces escuchadas por todos, sobre todo en los cumpleaños conforme vamos siendo mĂĄs mayores.
-¡No estoy de acuerdo con eso Juan!.
En lo de un año mĂĄs, sĂ, en eso no discrepo, no hay modo ni manera, pero en lo de un año menos disiento. Cuando tĂș sabes el dĂa que empieza la feria del año que viene, cada dĂa que pasa es un dĂa menos para que comience; pero en la vida, no sabes jamĂĄs cuando va a venir el del hacha, por tanto, no puedes descontar años, ni meses, ni dĂas, ni horas que faltan para el dĂa M (dĂa de tu muerte) porque gracias al o a la que nos inventĂł, desconocemos cuĂĄndo nos va a tocar.
Por tanto, como decĂa Van Gaal:
-Siempre positivo, nunca negativo. Siempre sumando, nunca restando, que ya cuando llegue la hora te lo restarĂĄn todo de golpe, serĂĄ como pulsar la C en una calculadora llena de nĂșmeros, para quedarse en 0.
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