Cuando eramos pequeños, más bien los de la misma o más edad que yo, si salíamos de casa y el aire navegaba en la dirección adecuada, nos llegaba, se acercaba a nosotros e inundaba toda la calle y todo el barrio.
Hoy en día, por aquí por el pueblo, muy de tarde en tarde algo nos llega, porque ahora la mayoría de los "tinahones" están cerrados bajo techo en explotaciones alejadas de la urbe.
Pero antes, cuando el aire soplaba, el olor inconfundible a "caca de la vaca" inundaba el ambiente.
Como digo, muy pocas veces lo apreciamos, pero de vez en cuando...
De vez en cuando, no; ahora de nuevo muy a menudo, el "aroma" a mierda nos acecha, cada vez nos inunda más, y va pesando como una losa apestosa sobre nuestras cabezas.
Enciendes la televisión, y apesta; escuchas la radio, y apesta; coges el periódico y apesta; por desgracia cada vez apesta más todo, lo que toques, donde entres, lo que intentes, en cualquier cosa, instituciones, algunas más y otras menos, pero oler huelen; el aroma fétido te despierta las partículas de la nariz y señalizan algunas neuronas del cerebro que desdeñan ese olor.
Pareciera que vivimos con máscaras anti-olores porque de verdad, de verdad; hay muchas, muchísimas cosas que literalmente huelen mal y que da la sensación que no las queremos oler.
Y lo peor es, que como sigamos así, no va a haber ambientador suficiente en el día a día que nos oculte de esos tufos.
Si te juntas con gente mierda, aunque te laves o te perfumes, al final acabas apestando.
Si te juntas con gente mierda, aunque te laves o te perfumes, al final acabas apestando.
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