Mi buena amiga Carmela siempre me contaba que ella tenĂa una "huchita"...
- TĂș sabes que yo gano poco, pero siempre algo puedo rapiñar y guardarlo en mi hucha para los desavĂos; y cuando en realidad necesito y no me queda, siempre puedo recurrir a lo que tengo guardado.
Pues hoy, ha sido uno de esos dĂas en los que he aportado a mi alcancĂa particular; ese cochinito que tengo siempre guardado en lo mĂĄs recĂłndito de mi alma y que de vez en cuando, saco a pasear para introducir una, varias o muchas monedas, como hoy, por la ranura que tiene en la espalda.
Hay tantas formas de rellenar la "huchita", hay tantos gestos, tantos actos, tantas conversaciones, tantos favores, tantos empujones que van engordando al cochinito, que todos y cada uno de nosotros no tiene ninguna excusa para presentarse sin el dinero pertinente de la entrada.
Ese cerdito, donde guardo experiencias buenas para cuando estĂ© falto de ellas, esa hucha que tengo escondida donde ahorro concienzudamente para que, cuando el señor San Pedro, en las puertas de la vida eterna, me solicite el pago de la entrada al paraĂso, entonces podrĂ© coger el cerdito y partirlo en la misma entrada para pagar mi pase.
Nadie entra de balde en el cielo, nadie por muy santo que sea, tiene la oportunidad de vivir la vida eterna sin pagar el peaje de la entrada al paraĂso; y para ello, cada vez que puedo, meto una moneda en la alcancĂa.
Hoy ha sido un dĂa de esos en los que el tiempo no pasa, en los que el trabajo estĂĄ mejor recompensado que con un sueldo; me han emocionado esas miradas de cariño, esas caras de felicidad, ese agradecimiento infinito de las personas a las que hemos visitado en la unidad de estancia diurna Hispalvida y a las que humildemente creo que hemos hecho un poco mĂĄs felices. Los amigos de Voces Solidarias y yo hemos cantado y han cantado, hemos bailado y han bailado, hemos reĂdo y han reĂdo, hemos besado y nos han besado, y he tenido la suerte de apretar unas manos añejas y me han apretado las mĂas en un sentimiento.
¡Ah, y ademĂĄs, que no se me olvide!, ¡He ahorrado un poco para mi hucha de vida eterna! Que nunca viene mal.
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