De toda la vida hemos escuchado esa frase lapidaria que decĂa:
¡El tiempo pone a cada uno en su sitio!.
La hemos escuchado tantas veces... pero yo nunca me la creĂ; ya escribĂ una reflexiĂłn sobre esto, y creo firmemente que el tiempo nunca pone a nada ni a nadie en su sitio.
No obstante, ayer si me ocurrieron varias cosas, que no me hacen rectificar mi opiniĂłn, pero si modificar un poco mi criterio.
Cuando pasan las cosas, cuando ocurren circunstancias adversas, cuando te peleas inĂștilmente por cosas por las que nadie lo hace, cuando entregas respeto y recibes bofetadas, la mayorĂa de las veces no entiendes nada, no comprendes cĂłmo has podido ser el blanco de tantas injusticias, pero ha sido asĂ.
Entonces, te sobrepones, te levantas e intentas arrancar de nuevo detrĂĄs de cada caĂda; y llega un momento en que ya no recuerdas tan a menudo las bofetadas hasta que acaban por casi olvidarse.
Pero un dĂa, cualquier dĂa, sin saber porquĂ©, algo ocurre que te hace creer en el paso del calendario, pero no porque ponga nada en su sitio, sino porque ha llegado el momento de entender que pasĂł años atrĂĄs.
El paso del tiempo te hace entender tantas cosas que antes estaban oscuras, que merece la pena esperar.
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