Recuerdo enormemente a mi compadre Juanjo, no es que fuera mi compadre, ni mucho menos, pero era casi de mi familia; tĂo formal, aunque bromista y un poco locuelo.
Se fue hace mĂĄs de seis años, pero tenĂa muchas sentencias en su vocabulario, las cuales recuerdo continuamente.
Cuando veĂa una injusticia, una dejadez, un pasatiempo inĂștil, un viaje de mesa en mesa para solucionar un problema; siempre comentaba lo mismo.
Si notaba que los gobernantes se pasaban la pelota de unos a otros sin tomar ninguna determinaciĂłn, si era consciente de que lo estaban toreando, siempre, siempre decĂa las mismas palabras.
Incluso con la enfermedad que se lo llevĂł, cuando tenĂa que ir al mĂ©dico, sabiendo lo que tenĂa y que estaba sentenciado, a rehabilitaciĂłn, a quimioterapia, no podĂa faltar a su idiosincrasia, y tambiĂ©n la soltaba, supongo que muy triste, pero no se podĂa resistir.
Esa frase hoy me va a servir para catalogar a tantas cosas que se ven en el dĂa a dĂa, desde que abrimos los ojos por la mañana hasta que los cerramos de noche (y en algunos casos un ratito a medio dĂa)
¡Va por tĂ compadre, allĂĄ donde estĂ©s!
- ¡"To" el dĂa "parriba" y "pabajo", dando "porculo", "parriba y pabajo", dale que te pego, y al final "leche" como la calle de la paja!
Ea, pues ahĂ lo dejo, a ver si se dejan ya de menear las cosas para arriba y para abajo, y atacan de una vez por todas de frente.
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