Yo viajo a menudo en tren, ese cercanĂas que nos lleva a SanlĂșcar y que tanto trabajo y lucha costĂł; un saludo a mi amigo Juan EscĂĄmez allĂĄ donde estĂ©, uno de los alcaldes, si no el que mĂĄs, artĂfice de ese tren.
En el trayecto desde Sevilla, una vez se sube la cuesta hacia Camas, el paisaje va cambiando, predominan los olivares y las pequeñas huertas, algunos girasoles y tierra calma; pero desde un tiempo a esta parte, ese paisaje tan conocido por mĂ, desde que tengo uso de razĂłn, estĂĄ cambiando; hoy, observando los linderos del campo a la vĂa, o las lindes entre fincas colindantes, me he dado cuenta que las chumberas o pitas, como tambiĂ©n las hemos llamado, casi han desaparecido del paisaje, y las pocas que quedan, agachan la cabeza como claudicando de su predominio pasado. ¿Nadie ha podido ayudarlas?
La daptylopius o cochinilla del carmĂn, es la responsable de que hayan desaparecido la mayorĂa de las chumberas, manchas algodonosas que se adhieren a la chumbera y le chupan la savia dejĂĄndola tocada de muerte.
Lo malo de todo esto, aparte de que esa tradicional planta pueda desaparecer, es que esa cochinilla del carmĂn, anida en los labios pintados y en los que estĂĄn sin pintar de mucha gente; hay tantas cochinillas parĂĄsitas en todas las instituciones y por todos lados, que pudiera ser que, en un tiempo no lejano, acabaran con la savia que las mantiene vivas y que nos ayudan a mantenernos vivos a nosotros, y entonces...
Como decĂa mi amiga de La Luisiana:
¡Al coño "puĂ"!
Como decĂa mi amiga de La Luisiana:
¡Al coño "puĂ"!
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