No sé si debería llamarlo literalmente:
"La paradoja del gustar y del valer"
Porque intrínsecamente parece que así sea, o si no analizad conmigo.
En cualquier tipo de relación, ya sea amorosa, paternal, maternal, filial, laboral, musical, deportiva, política, y un millar de etcéteras más, el o la que más vale es el que gusta menos; por ende, normalmente, el o la que gusta más es quien menos vale, habiendo en todo ello honrosas excepciones, pero de esos "cocos" que gusten y además valgan mucho, más bien pocos.
Si a una persona se le declina la alternativa de tratarla o incluso de enamorarte, por el simple hecho de que no te gusta en el momento en el que la conoces, posiblemente te estés perdiendo una muy buena pareja, un muy buen amigo o una excelente compañera; ahora bien, si te entregas enteramente hacia alguien porque su aspecto te gusta, o te atrae, quizás te equivoques de por vida.
Decía un estudio que leí un día, que la persona que gusta no necesita esforzarse para atraer a los demás, la que no gusta en cambio, debe utilizar toda su valía para hacerlo, y todos sabemos que: el uso diario de una cosa difícil, demuestra el secreto de su fácil ejecución.
Lo ideal, como todo en esta vida, es el equilibrio, ese tan denostado y olvidado en estos días tan negros para la convivencia; el equilibrio que determinaba el arriero de cómo quería a su animal de carga: Ni ¡Soooo! que pare, ni ¡Arreee! que trote.
Mas lo peor de todo esto, es que normalmente valoramos a quien no vale la pena, y por el contrario lastimamos a quien lo da todo por nosotros; y eso amigos/as míos/as no es equilibrio, eso es una verdadera estupidez.
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