DespuĂ©s de muchos años de existencia del ser humano siempre se dijo que todos nacĂamos desnudos, pero eso no quiere decir que nazcamos iguales, unos nacen mĂĄs sanos, otros "malitos"; unos mĂĄs pudientes, otros en la miseria; unos mĂĄs guapos y otros mĂĄs feos; unos mĂĄs listos y otros mĂĄs torpes; unos en una familia acomodada y otros en una, que no tiene ni ropa para guardar en una hipotĂ©tica cĂłmoda.
Por lo que todos nacemos desnudos, pero al segundo de nacer, ya somos diferentes, y en algunos casos hay verdaderos abismos entre nosotros.
Con la muerte pasa lo mismo, todos murieron o moriremos, nadie dejarĂĄ nada aquĂ, pero estarĂ©is de acuerdo conmigo que no es lo mismo morir de hambre que hacerlo bien comido; morir de dolor o sedado en una clĂnica privada rodeado de mĂ©dicos y enfermeras; morir asesinado que hacerlo en la paz de tu cama una vez que has vivido los años suficientes para disfrutar de la vida; o como mi amigo Miguel que ayer se desplomĂł de un segundo piso mientras trabajaba; a saber quĂ© pasarĂa por su cabeza conforme se abatĂa hacia el asfalto. Descansa en paz amigo.
Pues, tras este merecido recuerdo a un buen tĂo, vuelvo al principio.
Si no somos iguales en el nacimiento, solo en el primer segundo de vida, y tampoco somos iguales en la muerte, solo tambiĂ©n en el Ășltimo segundo de nuestra existencia...
¿En algĂșn momento un ser humano es igual a otro?.
Pues creo que esa circunstancia se da cuando dormimos.
No es necesario dormir en una gran cama con dosel o hacerlo debajo de un puente, una vez que te quedas dormido eres igual a toda la humanidad, con tus sueños y tus pesadillas, con tus dimes y diretes, con tus anhelos y arrepentimientos; durmiendo todos somos iguales.
Me quedo con esta frase del genial Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616):
"Duerme, que todo el tiempo que durmieres serĂĄs igual al que envidiares."
Foto extraĂda de la pĂĄgina: quo.es |
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