Hay tres formas de olvido, o quizás cuatro, pero todas tienen un denominador común, algo se pierde en la nebulosa de la memoria RAM de tu cerebro.
Primero está el olvido olvidado; esa cosa que se te olvida, esa tarea que no recuerdas hacer, esa falta de memoria que solo se puede suplir apuntado las cosas; ya que en la memoria se borran, apuntémoslas en una agenda, sea agenda de móvil o sea agenda de papel y boli.
Después está el olvido forzado; al final de una relación que te ha causado daño, tras una amistad que se tornó dañina o un compañero que te las hizo pasar canutas. Ese olvido forzado es lo más sano que se puede intentar para salir adelante. Cuando se ha amado, cuando se ha dado todo por una persona, cuando has defendido a muerte al camarada, cuando has cedido hasta la saciedad para fomentar el buen rollo en el puesto de trabajo y todo ha fracasado, y para más inri te han traicionado, hay que intentar sanar el alma con este olvido forzado.
Está el olvido indeseable, el que no quieres que ocurra, pero que irremisiblemente se lleva a cabo.
Cuando pierdes a un ser querido estarías dispuesto a entregar muchas cosas para no olvidarlo, pero el tiempo, ese inexorable juez que nos observa desde lo alto (los griegos tenían a un máximo dios llamado Zeus, pero el padre de Zeus era Chronos, el tiempo); como decía, ese tiempo va difuminando la memoria, alimentando el olvido, esos recuerdos malos o difíciles los elimina de un plumazo y los buenos los mantiene hasta tanto en cuanto llegues a un momento determinado en los que quedan obsoletos; pero siempre, siempre quedará algún retazo de esos buenos momentos.
Y por último están los olvidos de la entrega, de los favores recibidos, de los parabienes que has dado; esos se olvidan pronto por desgracia.
De la forma inconsciente de olvido, prefiero no hablar, porque es una enfermedad que aqueja ya a cincuenta millones de personas en el mundo, y que parece ser, Dios lo quiera, que se pueda estar encontrando algo de mejora, al alzhéimer que nos acecha a todos.
![]() |
Foto extraída de la página: psicologa-azalea.com |
No hay comentarios:
Publicar un comentario