REZAR POR LOS DEMÁS.

Creo que es buena la costumbre de rezar, sea cual sea la religión que profeses, sea cual sea el credo en el que creas, sea cual sea la oración o a quién dediques la oración.

Los discípulos pidieron al Señor: ¡Enséñanos a orar!

Esta solicitud sencilla de los discípulos causó que Jesús les mostrara el Padrenuestro.

Sin embargo, no podemos conformarnos con recitar las palabras como una retahíla, todas tienen un significado más profundo. Las palabras “venga a nosotros tu reino” implican una atención a la bondad que emerge en la casa, en la escuela o en el trabajo. Las palabras “pan de cada día” enfatizan nuestra necesidad de sustento espiritua. Las palabras “perdona nuestras ofensas” nos recuerdan admitir nuestras culpas cada día y después perdonar a los que nos dañan.

Así que tal vez necesitemos pedirle a Dios de nuevo lo mismo: ¡Señor, enséñanos a rezar!

Yo suelo rezar todos los días, como dice el evangelio... Retírate en tu habitación, cierra la puerta, y ora a Tu Padre que está en lo secreto; y Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Le pido por mi familia, por mis hijos, por mi madre y hermanos, y por quién comparte la vida conmigo, y además le pido por los que conozca que estén enfermos, por los que se fueron, y también le pido por mí.

Lo más probable es que en algún momento de mi vida no pueda rezar, por enfermedad, por enajenación, por senilidad, o simplemente por que ya no esté.

Entonces ya no podré rezar por los demás, y espero fervientemente, que los demás, aunque sean algunos pocos, recen por mí.

Foto obtenida en facebook.