Esta palabra procede de dos palabras griegas, a saber: (dys) y (fagia); lo que respectivamente significa dificultad para comer o tragar.
Esta dificultad puede venir acompañada de dolores, a veces lancinantes (muy agudos).
Muchas enfermedades pueden llevar a la disfagia como el parkinson, accidentes cerebro-vasculares, alcoholismo, etc.
La situación actual cada vez me produce más disfagia; cada vez me cuesta más trabajo tragarme esa infinidad de noticias falsas (fake-news) que circulan a diario por las redes sociales, cada vez me produce más dolor los abusos a las personas sin nada, a los pequeños, a las mujeres, y también por qué no a algunos hombres.
Cada vez se me hace más largo el día, observando la falta de educación de mucha gente que pulula por las calles, la falta de simpatía para afrontar un nuevo día, la falta de respeto por los mayores, la ausencia de sensibilidad, la necesidad de ser querido.
Cada vez me ocasiona más desazón la infidelidad de tu pareja, la deslealtad de tus amigos o amigas, la traición de la gente a las que quieres.
Cada vez me provoca más nauseas la situación política, la incongruencia de muchos de los dirigentes, el empeño de barrer siempre para adentro, el inmenso ego que proclaman a los cuatro vientos.
Cada vez me genera más inquietud el futuro de mis hijos, el destino del planeta, la ingente cantidad del plásticos que anegan los océanos, la subida de las temperaturas; hay tantas cosas que no me puedo tragar, que algunas hasta no tengo más remedio que vomitarlas.
Cada vez tengo más disfagia, porque cada vez me cuesta trabajo tragarme todas estas cosas, y algunas que otras más.
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