En cuarenta años de vida laboral, o en más, si cuento los aprendizajes en los que trabajaba sin emolumentos, quizás un día me pagaron con una entrada para el cine, ¡Que mísero! Como digo, en más de cuarenta años he tenido muchos jefes.
Dentro de la categoría de jefe hay muchas sub-categorías a las que me quiero referir.
EL JEFAZO:
Ese señor o señora(cada vez más), por encima de los demás, con una "clase" exquisita, que de vez en cuando te enseñaba a montarte en el ascensor, pero que vivía en un círculo muy superior al tuyo, y al que te resultaba imposible acceder.
EL JEFE BUENO:
Persona educada, respetuosa, que intentaba que todo el mundo marchara adelante, pero que muchas veces, los empleados se le subían a las barbas por su bondad.
EL BUEN JEFE:
Una persona, que normalmente viene de los escalafones inferiores y que sabe lo que es trabajar duro, se implica, te ayuda a conseguir tus objetivos, y no duda en sentarte en tu mesa para ayudarte en un momento determinado "rebajándose" a trabajar en lo tuyo.
EL JEFE VAMPIRO:
Ese o esa jefe que normalmente trabaja más bien poco y que se pone las medallas que consiguen sus empleados con su esfuerzo; hace pocas cosas, muchas regular o mal, pero es un magnífico trepa.
Y después de todos estos, están los jefecillos, que cada uno los califique como quieran.
Es muy difícil dirigir a personas a tu cargo, lo digo por experiencia, hay que valer para ello, y si no vales, mejor que lo dejes para otro, aunque eso suponga perder un poco de sueldo.
Una de las personas que ha definido más fielmente a un jefe con todas las letras fue Rabindranath Tagore, filósofo y escritos indio (1861-1941).
"No es tarea fácil dirigir a hombre; empujarlos en cambio es muy sencillo."
Seguramente se me habrá olvidado algún tipo de jefe. ¿O no?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario