Cada cinco años, los censores romanos, cada cinco años hacían un sacrificio para cerrar el censo, con el fin de purificar al pueblo romano.
A ese sacrificio se le llamaba "lustrum" , y por ello nos quedó la palabra, lustro, que corresponde a un espacio de cinco años.
Pero paradójicamente, con el sacrificio "lustrum" también se purificaba al pueblo.
"Lustrum" también deriva del verbo "lustrare" (purificar haciendo un sacrificio expiatorio).
En el castellano, el verbo lustrar y el sustantivo lustre conservan esa idea de renovación superficial.
Cada cinco años era el sacrificio; y ahora es cada cuatro.
Cada cuatro años es cuando tenemos acceso a "botar" a los políticos que no lo estén haciendo bien, y en esas "botaciones", poseemos la capacidad para inmolarlos en un sacrificio incruento, que es lo que significaría para ellos no salir elegidos en los comicios o que no lo sea por mayoría su partido.
Pero ¡ay!, ahí hay (aquí me he lucido) un político que no se ha querido inmolar aunque haya tenido los peores resultados de la historia en Andalucía.
En fin los políticos que pierden lo arreglan diciendo que van a hacer una oposición férrea en el cuatrienio que viene.
Y tan panchos.
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