El otro dĂa iba andando por la acera, y como los impresentables y las "impresentablas" (ofĂș), la tienen copada con los patinetes, las bicicletas y alguna que otra scooter, decidĂ bajarme al filo de la calzada, o calle, para seguir caminando. Un contrasentido excelso: las bicicletas, monopatines y alguna scooter por la acera y el peatĂłn por la calle, genial.
Me quedĂ© "sosprendido", como dirĂa Lopera, mirando al suelo, para el que tengo que ir mirando asiduamente cuando camino.
Aproximadamente a una cuarta del bordillo de la acera, que es por donde la rodada de los coches mĂĄs paso tiene, habĂan brotado unas hierbitas verdes y unos pĂ©talos de flores blancas que desconozco de que variedad eran.
Las flores habĂan nacido por entre una grieta del asfalto y seguĂan hacia arriba por encima de las rodadas de los coches; alimentĂĄndose quizĂĄs, de un poco de agua de lluvia o algunas gotas del agua del fregado del portal de enfrente.
¡Esas son unas flores con dos cojones!
Al igual que las que nacen entre terrones, en el campo, muy lejos del agua; o incluso las que lo hacen en los riscos mĂĄs insospechados e incluso hasta en el mismo desierto.
Pues lo mismo con las personas, pasa tres cuartos de lo mismo.
¡La flor que florece en la adversidad es la mĂĄs excepcional de todas!
La persona que sobresale en la adversidad, cuidado con ella.
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Foto de mi amiga Juani Mora que autoriza la publicaciĂłn. |
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